3) Aguas estancadas:
Esto engloba todas aquellas acumulaciones de agua en espacios públicos que, al estar estancadas (no fluyen ni se dispersan), tienden a concentrar materiales de la mas diversa naturaleza. Los materiales orgánicos contenidos en dichas aguas sirven de sustento y hábitat para numerosas especies no siempre inofensivas para la salud humana. Sin contar con la ofensa sensorial que supone las emanaciones rancias de material orgánico que, por las condiciones antes descritas, tiende a descomponerse entre la insalubres aguas.
En la foto (arriba) se ve un pequeño pozo de agua estancada, contenida en una irregularidad de la acera. Lamentablemente, este tipo de defectos en las aceras, con sus respectivos pocillos de aguas estancadas, son de lo mas común en la ciudad.
Pozo un poco mas grande (arriba), pero aparentemente igual de insalubre que los de menor tamaño. Cabe comentar que independientemente del tamaño, todos los estancamientos de agua, podrían convertirse en criaderos de bacterias y animales posiblemente nocivos para los habitantes humanos de la ciudad.
Es lógico suponer que con tantas irregularidades en calles y aceras (arriba), la formación de pozos de aguas estancadas, sean estas creadas a partir de agua de lluvia acumulada o de fuentes menos salubres (como tuberías rotas, o destilación de bolsas de basuras, etc.), es relativamente fácil y, por ende, un problema muy generalizado en la ciudad.
Si bien no es un espacio totalmente público (en tanto tiene cierta estructura, orden y conjunto de reglas que lo regulan), la Universidad Central de Venezuela (arriba) tiene cierta característica que la incluye dentro de esta observación; la entrada y tránsito de peatones es irrestricta. Esto, unido a que al parecer no se aplica una muy buena regulación de la conducta de contaminación por dispersión negligente de desechos (“littering”, ya mencionado en la entrada pasada), ponen ciertas partes de la UCV, bajo las mismas condiciones del resto del espacio público caraqueño; a merced de la conducta de toda la gente que se le antoje transitar por ella. Así, algunas partes, como el estancamiento de agua observada en la foto, son bastante parecidas a cualquier lugar de la ciudad como tal.
Quizás en la foto (arriba) no se aprecia mucho el pozo de agua marrón-verdosa contenida en el fondo del masivo bache de la calle.
Hay que estar consciente, que mas allá de las enfermedades y aspectos directamente nocivos para la salud humana, el estancamiento de aguas supone un aspecto marcadamente negativo en la dinámica social de las personas que transitan por espacios públicos; difícilmente un grupo de personas (parejas, amigos, etc.) querrán sentarse y disfrutar del espacio público (una plaza, por ejemplo), si está impregnado del ofensivo olor y aspecto de acumulaciones de aguas, que definitivamente no deberían estar ahí, en la cercanía.
El estancamiento de aguas es mucho peor, o causa mayor impacto sensorial y mayores efectos negativos a la salud, cuando es originado por derramamiento de aguas negras en los espacios públicos (arriba), pues el agua que se estanca no sólo se pondrá rancia por la descomposición del material orgánico acumulado en ella, sino que el agua a estancarse ya viene bastante insalubre desde su origen.
Reflexiones finales:
Es posible mejorar las condiciones de las aceras y calles de nuestra ciudad (Caracas), pero esto tiene que ser un esfuerzo, desde dos flancos interrelacionados: el gobierno (estadal, municipal, nacional), y los usuarios de los mismos espacios públicos. El mantenimiento de aceras y calles parece ser potestad exclusiva de las autoridades bajo cuya jurisdicción están los espacios públicos de la ciudad, sin embargo, y a riesgo de sonar cliché, la consciencia ciudadana medio-ambiental es, sin duda, lo fundamental en este asunto.
Es importante, sin embargo, que cuando se dice esto no se pretende dar a entender a la “conciencia” como algo abstracto y sin razón de ser aparente mas allá de la virtud altruista de la población, mas bien manifiesta tener un doble origen bien definido: la educación medio-ambiental impartida, sea esta formal o sea la impartida por la dinámica social familiar; y, definitivamente, la puesta en acción de regulaciones y marcos legales que regulen el actuar negligente de ciertas personas que, a falta restricciones, contaminan los espacios públicos sin importarle las consecuencias.
Y es que, parece ser el caso en que la ley (o mejor dicho, la aplicación de la ley), modela la conducta humana: “Lanzo un vaso de plástico en la acera porque me es cómodo, no me importa el medio ambiente ni la ciudad, y, además de todo, nadie me sanciona por ello, nadie me lo impide.” diferente sería la historia si “No me importa el medio ambiente ni la ciudad pero, a pesar de ser muy cómodo, no lo haré porque me sancionarán, me lo impedirán” .
Así, queda de parte de todos nosotros al menos reflexionar sobre esto y sacar nuestras propias conclusiones.
Muy buena reflexión al respecto de la conciencia creada por un estímulo que debería provenir del cumplimiento de las sanciones hacia las personas que dañen los espacios públicos de cualquier manera.
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